EJERCICIOS ESPIRITUALES


Renovación promesas del Bautismo



Después de varias frustraciones y enemistado con el mundo y conmigo mismo decido venir nuevamente a hacer Ejercicios Espirituales.
Esta vez sí sé a lo que vengo. Vengo a encontrarme con Cristo, que es el único que me puede alentar, pero sé que no va a ser fácil pues mi corazón está cerrado debido a las dificultades del día a día.
Me reciben el P. Enrique y la Madre Mª Lourdes con un fuerte abrazo de amigos, que hace temblar mi interior.
 Saludo a mis dos compañeros de viaje: en sus caras noto la misma necesidad del alivio que El sólo puede dar. Mi descanso de esta primera noche es totalmente placentero, después de recibir un “buenas noches” tan dulce como el que la Madre nos lanza con una de sus mejores sonrisas.
Con estos EjercicIos aprendo que mi sufrimiento nunca es inútil, que siempre hay algo bueno que nos tiene reservado Dios. Está claro que no conozco sus planes, pero poco a poco voy abriendo mi corazón y siento que la paz se va instalando en él.
“El miedo se vence caminando hacia la dirección opuesta” Dios me ha dado la clave de mis miedos. Nunca creí que tres días fuesen suficientes.
Gracias a los Ejercicios mi fe es mayor y mi corazón siempre abierto para El.
Gracias a las hermanas por tratarnos tan bien y rezar por nosotros.
Gracias a todos.
Julián

Llegué al retiro el jueves con sentimientos contrapuestos. Durante esa semana había perdido la paz por una serie de circunstancias que se añadían a las turbulencias por las que discurre mi vida. Pero necesitaba encontrarme en el silencio con ese Dios amoroso y misericordioso que sé que tanto me ama, me abraza y me consuela.
No había tenido anteriormente ninguna experiencia ignaciana de Ejercicios Espirituales. En estos días he sentido una gran paz interior, una serenidad profunda, un amor inmenso.
 Los ponentes me han hecho revivir desde dentro las escenas de la vida de Cristo con una intensidad viva y ese participar como uno más de las escenas de la vida de Cristo me ha llenado de gozo y de esperanza. Siento que Cristo vive en mí. Camina a mi lado. Que no me abandona. Que es el foco de luz que ilumina mi vida. Me da la fuerza necesaria para afrontar las pesadumbres y dificultades de mi vida
Recorriendo estos tres días de camino, veo y comprendo, siento y experimento la belleza de Dios en mi vida, con una continua invitación a acercarme más a El para ser amado y perdonado. Veo a ese Padre que me espera con los brazos abiertos y me llama para que yo le dé un sí incondicional por muchos errores que haya cometido.
Un retiro que me ha llevado a un discernimiento espiritual preciso, intenso, doloroso a veces, pero lleno de esperanza porque desde la miseria de mi pequeñez y mi pecado puedo (quiero) reformar mi vida, dejándome transformar por Cristo para alcanzar un anhelo al que aspiro con ahínco: la santidad.
Gracias a la persona que me invitó, gracias a las personas que me han acompañado en este caminar en el silencio del amor y gracias al Señor porque quiso que estuviera en Caldes en un momento determinante de mi vida.
¡Jesucristo ha resucitado de nuevo en mi vida!
Raúl

Encuentro familiar de clausura
El entorno de tranquilidad favorece la paz interior.
La casa tan acogedora y el oratorio con el Sagrario y el Cristo crucificado como centro, facilita el camino de redescubrimiento del paso de Cristo en nuestra vida.

Y para mí, San José, presente en el patio, me ha acompañado en estos días. ¡Qué grande eres José!
El método ignaciano me ha ayudado a diseccionar la complejidad de mi vida.
Jordi
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